
1. Mezcla energética: un nuevo sentido del realismo
En esta perspectiva observamos que la transición energética se enfrenta a considerables obstáculos, mientras que el cambio climático sigue imponiéndose, con otro año récord de temperaturas globales en 2024.
La COP29 celebrada en Bakú no logró resultados convincentes en cuanto a la financiación de la transición energética en los países emergentes y en desarrollo. Estados Unidos se ha retirado del Acuerdo de París. Además, la atención mundial se está desplazando hacia la geopolítica en lugar del clima. Esto ocurre en un contexto en el que la transición energética necesita urgentemente un impulso.
Nos hemos vuelto más escépticos sobre la posibilidad de alcanzar el objetivo de París de limitar el calentamiento global a 1,5 grados y, por lo tanto, hemos optado por centrarnos en el escenario de la AIE, que se basa en las políticas climáticas actuales. No todo está perdido, pero se necesita un enfoque más realista.
2. Perspectivas del mercado del petróleo: sin cambios
Bajo esta perspectiva más conservadora de las políticas relacionadas con el clima, la disminución de la demanda de petróleo más allá del pico de esta década será mucho más gradual. La ralentización de la demanda mundial seguirá compensándose con el aumento de la producción en América, especialmente en Sudamérica, durante el período de previsión.
El exceso de oferta y el debilitamiento de la economía ejercerán una presión a la baja sobre los precios del petróleo a corto plazo, pero es probable que estos se mantengan en torno a los niveles actuales en términos reales, ya que la demanda se estabiliza y la oferta es suficiente. Aunque persiste el riesgo de interrupciones en el suministro que provocarían picos a corto plazo, creemos que el riesgo de presión a la baja sobre los precios está aumentando. Esto es especialmente cierto si las políticas gubernamentales se intensifican para alcanzar las emisiones netas cero en 2050, lo que reduciría a la mitad el precio del petróleo en 2035.
3. Perspectivas del mercado del gas: equilibrio frágil
Tres años después de la invasión de Ucrania por parte de Rusia, los mercados mundiales del gas han recuperado un frágil equilibrio.
En nuestro escenario base, la demanda alcanza su nivel máximo alrededor de 2030 y luego disminuye muy ligeramente hasta 2050. Con objetivos climáticos más ambiciosos, se supone que la demanda ya ha alcanzado su punto máximo y muestra un descenso aún más rápido.
Asia (especialmente China y la India) y Oriente Medio siguen siendo las principales fuentes de crecimiento de la demanda en las próximas décadas, mientras que Europa, Japón y Estados Unidos experimentan una contracción de la demanda.
El escenario base prevé un aumento de la producción de gas entre 2024 y 2035. Estados Unidos mantendrá su posición como el mayor productor mundial de gas natural hasta 2050. Oriente Medio registrará el mayor crecimiento de la oferta, mientras que la producción de gas rusa tendrá dificultades para recuperarse de forma significativa desde su mínimo en 2023. Ahora prevemos un excedente de gas natural licuado a medio plazo que contribuirá a una caída más rápida de los precios del gas.
4. Implicaciones del riesgo país: los exportadores de hidrocarburos se muestran resistentes a los cambios en la combinación energética
A medio plazo, hasta 2034, la mayoría de las economías emergentes exportadoras de combustibles fósiles serán capaces de hacer frente a la transición energética. Aunque siguen dependiendo en gran medida de los ingresos procedentes de los hidrocarburos, en general disponen de suficiente margen financiero para absorber el leve descenso de los precios del petróleo y el gas que prevemos en nuestro escenario de referencia.
Sin embargo, desde el punto de vista fiscal, varios Estados productores de hidrocarburos —como Irak, Argelia y Gabón— que ya tienen amplios déficits presupuestarios con el precio actual del petróleo y han mostrado poco interés por la reforma fiscal, se encuentran en una situación delicada. Esto pone de relieve la importancia de que los países no solo sigan avanzando en la diversificación de las exportaciones, sino que también reduzcan la todavía elevada dependencia de sus finanzas públicas de los ingresos procedentes de los hidrocarburos.
Solo a largo plazo, con precios del petróleo permanentemente bajos en un escenario de cero emisiones netas, más economías emergentes exportadoras de combustibles fósiles se encontrarán en dificultades. Los mejor posicionados para convertirse en los últimos proveedores de petróleo y gas que queden en el mercado son aquellos que no solo tienen una sólida posición financiera, sino también grandes reservas de petróleo y/o gas, pueden producir a bajo coste y con baja intensidad de carbono, y están invirtiendo en la diversificación económica. Algunos países del CCG, en particular los Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí, parecen encajar en este perfil.